"Si se hiciera muestreo masivo de VIH se evitaría un tercio de las muertes por Sida"

"Si se hiciera muestreo masivo de VIH se evitaría un tercio de las..."

Desde el 19 al 23 de enero el Dr. Omar Sued dictó clases en el marco de la XVII versión de la Escuela Internacional de Verano 2015 en el curso “Introducción a la evaluación de impacto de investigación”. Al respecto, el doctor enfatizó “me llamó la atención que la Escuela de Verano de la ESP esté tan consolidada, cumplió 17 años realizándose en enero: un mes difícil para conseguir gente, además temporada de vacaciones, etc. Me sorprendió mucho la organización, la convocatoria, la cantidad de temas que tiene y la calidad de los profesores que vienen a dar cursos y los alumnos que tienen mucha motivación. Fue una sorpresa muy linda y da un poquito de envidia ya que nos gustaría tener este tipo de cursos en las universidades públicas de mi país".

El doctor Sued es médico especialista en medicina interna y enfermedades infecciosas, tiene un máster en Manejo Integral del VIH-Sida (Universidad de Barcelona). Se dedica a la atención clínica de personas con VIH desde 1997 en diversos ámbitos. Ha trabajado como asesor en proyectos de VIH en Tanzania y como consultor en varios países de Latinoamérica. Durante 2009 a 2012 fue asesor regional para tratamiento de VIH-Sida para la Organización Panamericana de la Salud, Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud donde apoyó la actualización de las guías de tratamiento antirretroviral en 18 países de la región. Desde febrero de 2012 se incorporó a la Fundación Huésped como director de Investigaciones Clínicas.

La experiencia del doctor Sued en VIH

15 años de experiencia en atención de personas con VIH suma el Dr. Sued en diferentes ámbitos como hospitales públicos y privados de Argentina y España, prisiones y ONG’s. Al respecto destaca “en los últimos años de la carrera de medicina empecé a escuchar sobre esta enfermedad de la que todavía no había mucha información, no estaba en los libros clásicos y no se sabía cómo curarla. Terminé la carrera de medicina y decidí dedicarme a esto. Empecé a trabajar en infectología en una época en la que no había un tratamiento efectivo para la enfermedad, los pacientes se morían hasta que aparecieron nuevos tratamientos que cambiaron la historia. Los primeros años de residencia fueron muy dinámicos, porque cada seis meses había novedades, había que viajar, estar al tanto de lo que pasaba, estudiar mucho”, cuenta.

Y detalla: “La primera clase que me dieron en la residencia fue cómo explicarle a un paciente que se iba a morir o prepararlo para que dejara bien a su familia y, de pronto, empezaban a mejorar y había que explicarles cómo vivir, cómo cuidarse, que ya podían tener relaciones con otras personas; con los años tuve que explicarles que podían tener hijos, pensar en una familia, que el hecho de tener VIH no era una condena de muerte ni una situación que no iban a poder sobrellevar. A mis pacientes les digo: mirá, esto es una infección que no tendría por qué limitar ninguno de los objetivos que vos tengas y pensá cómo querés llegar a viejo, porque si una persona se diagnostica temprano puede vivir hasta los 75 años. Esos son los desafíos: cómo tener un envejecimiento saludable teniendo VIH”.

Resalta que hay mucha diferencia entre los países no solo en el sistema de salud, sino en cómo los pacientes asumen el Sida. “En todos los países, no solo el nuestro, el grupo de hombres que tiene sexo con hombres es mucho más empoderado y ha sido mucho más proactivo a la hora de hacer valer sus derechos, tener acceso, pero igual siguen siendo uno de los grupos más afectados. Ahora en mi país la enfermedad se desplazó a grupos con menos oportunidades de acceso a educación salud y trabajo, como las personas transgénero, u hombres y mujeres pobres”, indica.

Respecto a las diferencias entre países destaca la experiencia española: “allá antes de la crisis era muy fácil, el sistema de salud universal permite o recibe fácilmente a todas las personas y brinda un mayor apoyo de lo que estábamos acostumbrados a ver en Argentina. Caso distinto es el de Estados Unidos donde hay que pagar el tratamiento, entonces muchas personas no lo hacen, porque no lo pueden pagar, aunque existen algunos fondos de ayuda como el Ryan White”.

-¿Y cómo ve el tema en Chile?

-Lo veo bien: tiene incorporado el tratamiento en toda la región, hay acceso y tienen medicamentos en forma continua. Las discontinuaciones son un problema en otros países de la región. El problema de Chile, como en Argentina, es la falta de diagnóstico de VIH. No hay campañas sostenidas de acceso al testeo a población general. Las campañas se concentran solamente en embarazadas y en grupos vulnerables, pero muchas veces las personas no reconocen esta vulnerabilidad. Lo ideal, que toda persona sexualmente activa se haga por lo menos el test una vez en la vida no es tan fácil en este país ni en el mío. Por eso en la Fundación Huésped estamos haciendo un trabajo fuerte para intentar que las pruebas rápidas sean mucho más accesibles dentro de los sistemas de salud. Las pruebas rápidas son muy fáciles de usar, dan resultados en 15 minutos y cualquier personal de salud podría capacitarse para hacerla, pero tradicionalmente los bioquímicos no las aceptan e impiden que otros profesionales las tomen. En Argentina ya están disponible para población general, hasta hace unos años se usaban solo en embarazo y accidentes punzantes. Sin embargo en algunos países hay campañas para que incluso los individuos se puedan hacer estas pruebas en su casa, como un test de embarazo.

Fundación Huésped

Es la organización más grande de Argentina que trabaja en el tema de VIH. “Las fundaciones en Argentina no atienden pacientes, son organizaciones no gubernamentales con objetivos específicos. En nuestro caso la idea es contribuir y no duplicar la labor de los hospitales. Hacemos las cosas que no se hacen en el hospital, brindamos asistencia legal, psicológica y hacemos investigación médica. Coordino investigación epidemiológica y los estudios de nuevas estrategias o nuevos medicamentos. Recientemente terminamos un estudio muy grande en el cual participaron varios centros chilenos. También participamos junto con Chile en una cohorte internacional de seguimiento de pacientes.

-¿Hay novedades en cuanto a medicamentos?

-Sí, cada día se están explorando nuevos tratamientos o nuevas combinaciones. Los últimos aprobados son una familia que se llama inhibidores de la integrasa, que son muy seguros y potentes. Seguramente, en el futuro, cuando bajen los precios, se van a convertir en los preferidos para iniciar tratamiento. De los que están aún en estudio el más interesante es una medicación inyectable que posiblemente se pueda dar una vez al mes aunque la investigación puede llevar 2 a 3 años hasta que se comercialice.

La importancia del muestro masivo

El profesor asevera que “4 de cada mil personas tiene VIH en Argentina, posiblemente en Chile la cifra sea similar, muy diferente a la situación de algunos países de África donde 1 de cada 4 está infectado. En el mundo se estima que 35 millones de personas viven con VIH”.

El Dr. Sued señala que los tratamientos para VIH/Sida han cambiado muchísimo en los últimos 25 años. Mientras que en los últimos 50 años solo se ha descubierto un nuevo medicamento para la tuberculosis, desde 1980 a la fecha hay más de 28 nuevos medicamentos para VIH.

“A los primeros tratamientos les llamábamos ‘el cóctel’, porque consistía en tomar 15 a 20 pastillas por día. Ahora con tomar una pastilla por día se hace tratamiento, porque viene todo combinado. Eso ha hecho que la vida de una persona con VIH sea más fácil y ha mejorado la adherencia y la calidad de vida”, indica.

Sin embargo releva que “la gente se sigue muriendo de VIH porque no sabe que está infectado o detecta la infección cuando la enfermedad está muy avanzada y llega al hospital muy grave o para morir. Un tercio de las personas que mueren lo hacen durante los primeros seis meses de diagnóstico. Eso significa que si en Argentina uno lograra que solicitar el VIH sea un procedimiento más normal, que no requiera un infectólogo, que se pudiera hacer en los centros de urgencias, en los centros de atención primaria con pruebas rápidas, en un control de rutina como el colesterol a aquellas personas que nunca se lo hicieron, se podrían evitar un tercio de las muertes en Argentina, no creo que sea demasiado diferente en Chile”.

Respecto a la esperanza de que aparezca una cura, asegura que “hubo un caso anecdótico de una persona que se curó del virus después de un trasplante de médula ósea hace cinco años, pero poco más. Hay muchos proyectos intentando cómo hacer para despertar el virus que está dormido en las personas que están tomando medicación, porque con la medicación el virus se frena, pero puede quedar latente, entonces hay que ver cómo es posible reactivarlo para eliminarlo. Todavía no hay vacuna ni cura para el VIH, pero es un área caliente de investigación y esperamos que en los próximos años haya alguna novedad”.

Experiencias marcadoras

Omar Sued recuerda cómo lo marcó su primer paciente. “Un chico de 21 años que vino al hospital con algo que parecía tuberculosis, pero era un sarcoma de Kaposi pulmonar. Me decía que no había derecho, que no era justo en su caso, porque no era homosexual, estaba casado, tenía un hijo y sí, se había drogado hace cinco años y justo ahora que se portaba bien porque se había hecho religioso. La verdad es que fue muy feo, porque fue en una época en la cual todavía no había medicación, 1994. Seguimos hablando mucho durante los 7-8 meses en que estuvo internado. Murió en paz, con su familia al lado. Lo acompañé hasta el final, e intente que entienda que el VIH no es justo para nadie. Busqué lo último que había disponible en el mundo pero no funcionó, no había tanta información ni medicamentos todavía. Entonces te das cuenta de la importancia de unir el consuelo, la atención y la investigación. Estas cosas te marcan”, señala.

Reflexiona: “Por eso la importancia de expandir la información de la urgencia de conocer si eres portador de VIH, porque si no estás diagnosticado ni tratado hay muchas posibilidades de transmitir a otras personas. Si tomas medicación reducís en un 96% la posibilidad de transmitir la infección a otra persona. La eficacia es casi similar a la del preservativo. Desde la salud pública si uno pudiera tratar a todas las personas que tienen VIH tendría un impacto muy parecido al que tiene una vacuna, que uno espera al menos 90-95% de eficacia”.

Otro paciente que lo ha marcado es una mujer de 84 años, quien fue diagnosticada hace 14 años, cuando se hizo un bypass. Había tenido una sola pareja sexual, su marido, quien murió –según le dijeron- de una enfermedad ‘rara’. “Seguramente fue VIH y no se dieron cuenta”, comenta el Dr. Sued. Y detalla: “A pesar de que es abuelita, fue al consultorio, comenzó el tratamiento y está muy bien. Lo más importante es romper primero con el miedo interno, aceptarlo y hacer las cosas bien. No se saca nada quedándose en la culpa, en la autodiscriminación”.

El doctor Sued afirma que “es muy difícil romper con ello. ¿Vos te pondrías de novia con un chico que tiene VIH que conoces en un bar? Tengo pacientes que me dicen, estaba en un bar y venía bien hasta que le dije a la chica que soy VIH y se fue.” Aun recuerdo en 1997 la primera vez que tomé mate con un paciente VIH y eso que sabía que no se contagia por saliva. En la sociedad hay que reforzar el autocuidado y la responsabilidad. Ella tiene que cuidarse, aunque él diga que es VIH negativo, porque quizás ni siquiera lo sabe. Y él tiene que tomar bien la medicación, con lo que reduce el riesgo y usar preservativo. Si tu pareja te ha cuidado uno puede entender que no le digas que sos VIH en la primera cita. La sociedad siempre tiende a discriminar lo que puede generar daño. Falta mucho, pero vamos mejorando. Ahora existen muchos más recursos, esperanza, expectativas”, recalca.

Sandra Vargas Bravo

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