El escándalo de los desatinos alópatas

El escándalo de los desatinos alópatas

Por Dra. Nelly Alvarado, académica ESP

Según análisis de la agencia de noticias Press Association publicado recientemente, en el National Health Service de Inglaterra (NHS) entre 2012 y 2015 más de mil pacientes atendidos en hospitales públicos ingleses fueron víctimas de “errores médicos gravísimos evitables".

El informe incluye extirpación de órganos equivocados, intervenciones del lado contrario, no administración de medicamentos, elementos extraños que se dejaron dentro del cuerpo, como agujas, vendas, algodones o bisturíes, tubos de alimentación conectados al pulmón en lugar del estómago, implantación de miembros equivocados, transfusiones sanguíneas de un tipo de sangre que no era la suya.

La consejera delegada de la Asociación de Pacientes señaló "es una vergüenza que esos incidentes que jamás deberían ocurrir, sigan siendo tan prevalentes, con todos los sistemas y procedimientos con los que cuenta el NHS, ¿cómo siguen sucediendo errores evitables tan básicos?"; por su parte la presidenta de Cirujanos del Royal College, dijo que los datos "muestran un inaceptable nivel de errores evitables que continúan pasando en el NHS".

Esta noticia no es novedosa, excepto porque se revela un hecho que ocurre en un país modelo como sistema de salud, destacando en sus aspectos de calidad y específicamente de gestión de riesgos.

En la década de los noventa la reforma del NHS modificó la “crown inmunity”recayendo la responsabilidad de indemnización por daños derivados de reclamaciones sanitarias en los presupuestos de los “trusts”, unidades autogestionadas del NHS, con lo cual los incentivos para trabajar en calidad de atención aumentaron. Por otro lado la noticia omite el volumen total de pacientes atendidos en estos cuatro años, no siendo contundente respecto de la probabilidad de daño por atención clínica.

En 1999 el Institute of Medicine de Estados Unidos, redactó el informe “To Erris Human: Building a Safer HealthSystem” que cita hasta 98.000 muertes anuales debido a errores médicos, calificando de “epidemia escondida”una situación que en USA se traduce en lesiones en 1 de cada 25 pacientes hospitalizados, constituyéndose en la octava causa de muerte.

Según datos del Center for Disease Control and Prevention (CDC) Atlanta, el 3% de los procedimientos médicos se complican; aplicando políticas de calidad serias, en el mejor escenario esto podrá reducirse 50%, existiendo así una estimación de 1.5% de complicaciones inevitables.

Por el sólo hecho de hospitalizarse ya existe una probabilidad de sufrir algún evento relacionado con las intervenciones clínicas, puesto que el cuerpo es sometido a influjos externos como inoculaciones de sustancias, ingredientes activos, intervenciones físicas como realizaciones de heridas quirúrgicas, instrumentaciones diversas como punciones con agujas, endoscopías que son introducciones de tubos de diverso calibre y textura por los diversos orificios de la anatomía, medicamentos orales, intramusculares y endovenosos que -por sí solos- producen efectos adicionales, lo cual aumenta si los medicamentos son diversos, puesto que presentan interacciones entre ellos y efectos que pueden sumarse.

Todo el aparataje clínico está concebido en una medicina que ansía encontrar y combatir la enfermedad por el uso de medios que per sé, producen efectos diferentes o incompatibles con los producidos por la afección que se quiere descubrir y tratar.

Se podría decir que la medicina no es un misterio, es una ciencia que se basa en la evidencia, está prácticamente todo estudiado. Lo enigmático es cada cuerpo humano que envuelve-no solo una anatomía previsible- sino que es el continente de una entidad diferente denominada“persona”, verdadera reserva de complejidad que conlleva genealogía, historia, entorno, creencias, memoria, actitudes, aptitudes, entendimiento, voluntad y libertad.

Los denominados “errores médicos” se atribuyen a los médicos, obviando otros actores que se desenvuelven en el ambiente.

El adjudicar al médico estos eventos, condenando su actuación y calificándola como mala fe a priori, es un tremendo error que da una visión muy miope del fenómeno, impidiendo dilucidar la cadena de procesos y todos los elementos intervinientes, en especial a la propia persona que emerge como sujeto autónomo y gestor de sí mismo.

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