Farmacias populares versus farmacias impopulares

Farmacias populares v/s farmacias impopulares

Por Rony Lenz, académico Escuela de Salud Pública

No hay duda de que el alcalde de Recoleta leyó correctamente una de las necesidades más sentidas de la población en materia de salud: la dificultad para acceder a medicamentos de calidad comprobada, entre otras, por barreras económicas. La solución propuesta es la denominada “farmacia popular”. Esta disminuiría los costos de los medicamentos, frente a las “farmacias impopulares”, que se organizan oligopólicamente, e incluso cometen delitos de colusión, frente a una legislación permisiva y la corrupta tolerancia de nuestros políticos.

Uno no puede dejar de pensar en fines electoralistas en la medida, además con un marcado sesgo ideológico hacia un sector político particular. Pero más allá de la inmediatez de nuestros políticos, a la cual ya estamos acostumbrados, la medida nos sirve para analizar dos problemas de fondo de la organización del sistema de salud en Chile.

Primero, el problema del financiamiento de medicamentos. Cerca de un tercio del gasto en salud en Chile es gasto de bolsillo de las familias, esto es, desembolsos directos que no pasan por la seguridad social. De estos, cerca de la mitad corresponden a gastos en medicamentos. Esto nos convierte en el país de la OECD con mayor carga de gasto de bolsillo en salud. Para los quintiles más pobres proporcionalmente la carga es mucho mayor. Esta es la forma menos solidaria y más regresiva de financiar medicamentos o cualquier prestación en salud. Lo lógico es que el sistema de salud chileno avance en traspasar este gasto de bolsillo hacia las fuentes de financiamiento de la seguridad social, esto es, aporte fiscal, cotizaciones o copagos.

Las “farmacias populares” se inscriben en la misma lógica que las “farmacias impopulares” privadas. Se financian con gasto de bolsillo de las familias y se ven como establecimientos comerciales desvinculados de las redes de salud. Es decir, en ambos esquemas el medicamento es tratado como una mercancía, solo que en un caso es con fines de lucro y en el otro no.
Dado que la reforma tributaria no contempló explícitamente el tema de salud y se canalizó a educación, la fuente principal ya no puede ser aporte fiscal. Restan entonces las cotizaciones y copagos. Estimaciones preliminares nuestras, indican que la tasa de cotizaciones de salud (7,0%) debería elevarse entre 1,0 y 1,5 puntos y el aporte fiscal debería incrementarse en 2,5% para absorber el 70% de este gasto. Esto nos colocaría en el promedio de financiamiento de medicamentos de los países de la OECD. Claramente, este problema no ha estado en la discusión de la reforma de sistema de salud y sería bueno que se considerara, por ejemplo, a través de generar una prima comunitaria para medicamentos.

Segundo, el problema de la articulación de la red. Las farmacias son establecimientos de salud y no establecimientos del retail. Es decir, deben formar parte del sistema de salud y regirse por los mismos principios que gobiernan la prestación de servicios médicos. No obstante, las farmacias no podrán integrarse a la red pública o privada de servicios de salud, hasta que el tema del financiamiento no sea resuelto. Es la cobertura financiera la que posibilitaría que dichos establecimientos se asimilen a las reglas de la seguridad social. En este sentido, el rol de las farmacias es velar por el acceso de las personas a medicamentos de calidad comprobada y asegurar que los pacientes adhieran a sus tratamientos con el propósito de lograr los objetivos terapéuticos, por lo que deben estar a cargo de un profesional competente (químico farmacéutico). La misión no es vender productos farmacéuticos ni menos propiciar la automedicación.

Es así que las “farmacias populares” se inscriben en la misma lógica que las “farmacias impopulares” privadas. Se financian con gasto de bolsillo de las familias y se ven como establecimientos comerciales desvinculados de las redes de salud. Es decir, en ambos esquemas el medicamento es tratado como una mercancía, solo que en un caso es con fines de lucro y en el otro no.

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